La líder estudiantil Amaya Coppens llevaba en prisión 11 meses. Allí había sido golpeado, torturada psicológicamente y su nombre se había conocido a nivel internacional por sus orígenes belgas. Ayer que fue liberada junto a 55 presos políticos más, Amaya lució fuerte y convencida de seguir exigiendo una "Nicaragua Libre".
Tras 245 días en prisión, Amaya Coppens continúa convencida de haber tomado la decisión correcta: luchar por la libertad de Nicaragua
A noviembre de 2018, el Movimiento Autónomo de Mujeres (MAM) y el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), contabilizaban cerca de 39 mujeres secuestradas por la dictadura. Amaya Coppens, estudiante de medicina de la Unan León, apresada junto a otro grupo de estudiantes mientras se manifestaban pacíficamente, fue una de las últimas en salir este 10 de junio de 2019, 245 días después.
Su caso, es uno de los más conocidos alrededor del mundo, debido a su nacionalidad belga-nicaragüense. De hecho, el año pasado una comisión del Gobierno de Bélgica la visitó en la cárcel y le ofreció sacarla del país. Amaya se negó. Aseguró en ese momento, y, recalcó ahora que está libre, que no podía abandonar a los demás presos políticos.
«Yo sabía que estar en la cárcel era un riesgo que yo estaba tomando al salir a la calle y lo tomé. No me iba a echar para atrás. No me habría sentido con la conciencia limpia, yéndome y dejando ahí a la gente que estuvo en El Chipote conmigo. De alguna manera era traicionarlos», comenta Amaya durante el programa Esta Noche.
Líderes estudiantiles siguen firmes en la lucha cívica
El último día antes del 10 de junio, día en que Amaya fue liberada, fue de inmensa soledad. Su última compañera de celda, Karla Matus, había sido excarcelada unos días antes. «Realmente esa fue una parte bastante dura, ver a la gente irse, y no solo eso, sino ver que los grupos que llegaron al final se estaban yendo primero. Fue bastante duro a nivel de moral, quedarme sola en la celda fue algo pesado», explica la líder universitaria.
Comprometida con la lucha universitaria
Ahora que fue liberada, Coppens continúa firme en sus ideales. Asegura no arrepentirse de haber participado en las marchas, en las primeras protestas por la quema de la Reserva Indio Maíz y las primeras protestas contra las reformas del Instituto de Seguridad Social (INSS), era algo que sintió que debía hacer, y que, ahora que lo ve en retrospectiva una consecuencia que ya había asimilado aun con las presiones de su familia para que saliera del país.
«Yo no me arrepiento, porque estoy segura de lo que estoy haciendo — enfatiza Amaya — pero sé que es algo muy difícil. Y sé que hay mucha gente en la universidad que no están de acuerdo con lo que esta sucediendo: ni a nivel del Gobierno ni a nivel de la universidad. Y por eso estamos viendo como seguimos esta lucha universitaria», dice.
Al respecto también comenta, que la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-León), continúa secuestrada por las autoridades del recinto y los dirigentes estudiantiles de UNEN, quiénes durante las marchas «fueron a apedrear a los viejitos. Ahí están los videos. Además que desde hace años vienen obligando a los chavalos a participar de marchas a favor del Gobierno y demás. Realmente la UNAN León está completamente viciada, no hay discusión política, sino que es un servilismo total hacia la dictadura», sostiene.
Es por eso que ahora más que nunca cree importante articularse. Afirma que después de salir de la cárcel, buscará cómo organizarse entre los demás estudiantes universitarios que siguen dispuestos a luchar por la autonomía universitaria; tanto los que siguen en las aulas, como los que se vieron forzados a exiliarse y los que acaban de salir de las cárceles del país.
Fuera de la cárcel, pero sin libertad
«Ninguno aquí va a ser libre, ni yo como expresa política ni ninguno de los que no ha pisado una cárcel. No somos libres porque no podemos ejercer nuestro derecho ciudadano, no podemos protestar pacíficamente, todavía sigue el asedio, todavía hay gente encarcelada y todavía siguen encarcelando», subraya Coppens, al responder cómo se siente ahora que ha sido puesta en libertad.
Agrega que aunque está contenta de ver a su familia, siente que no ha habido un cambio real en Nicaragua, ni siquiera por haber recibido una carta de libertad bajo la Ley de Amnistía, a diferencia de los primeros presos políticos que fueron excarcelados bajo el régimen de «convivencia familiar».
La líder estudiantil asegura que no hay que perder el objetivo final para todos los nicaragüenses que aún no se ha cumplido. «Una amnistía es completamente ridícula, nos están dando el perdón como si fuéramos criminales y nosotros no hemos hecho absolutamente nada. No tenemos porqué ser perdonados. Aquí es el pueblo de Nicaragua al que le deben el perdón. Nosotros no pensamos olvidar ni perdonar, porque necesitamos justicia y democracia», dice Coppens.
NOTA ORIGINAL: NIÚ